20/4/10
La Leyenda del Cardon
Reza un antiguo poema andino que "el cardón es una vertiente hecha planta, quizás para ayudar al hombre en su peregrinar por esas tierras donde el sol refulge como una fragua y la vida es tan dura como las rocas donde se asienta".
Pero no sólo el hombre se beneficia de la jugosa pulpa brillante, sino que hasta sus espinas, largas, traslúcidas y profusas, actúan como verdaderos alambiques, condensando durante la noche la humedad del ambiente y vertiéndola en forma de diminutas goas que absorben ávidamente no sólo las raices superficiales de la propia planta, sino también los pequeños vegetales que se agolpan junto a aquellas.
Además de la versión andina del Diluvio Universal, cuentan los viejos pobladores de las regiones puneñas que los cardones son las almas de los indios muertos por los conquistadores, que la Pacha Mama o la Mama Kocha (Madre Tierra en Quechua y Aymará respectivamente) han convertido en plantas para vigilen y protejan los cerros, a fin de que su moradores no vuelvan a ser acosados por extraños.
Las flores blancas y rosadas de esta cactácea, acunadas y protegidas por las agresivas espinas, han dado origen a una antigua leyenda kolla, que cuenta la historia de la hija de un cacique, a la cual su padre habia prometido en casamiento al anciano jefe de una tribu vecina, con el aparente fin de estrechar los vínculos entre ambos pueblos, aunque su verdadero proposito era reunir a ambos grupos bajo su mando, cuando su yerno muriera, ya que eran varias décadas mas viejo que el mismo.
Sin embargo, una vez realizada la ceremonia, la princesa conoció a un joven cazador, encargado de proveer de caza la mesa de su esposo y ambos se enamoraron perdidamente, hecho que pronto fue descubierto por los dos padres, que decidieron administrar un ejemplificador escarmiento a la adultera pareja.
No obstante, uno de los sirvientes de la casa real advirtió a los jóvenes del peligro que corrian, por lo que ambos decidieron fugarse y una mañana, antes que Inti asomara por detras de los cerros. partieron, tomados de las manos, a emprender una nueva vida juntos, escondidos en lo mas recóndito de la quebrada.
Al despertar el cacique engañado y notar la ausencia de su esposa, mando llamar inmediatamente a su suegro y ambos partieron sin demora en persecucion de los amantes. Estos habian partido ya varias horas, pero el despecho y el resentimiento de ambos hombres les hicieron redoblar sus esfuerzos y pronto los tuvieron a la vista, empeñados en darle una lección a la princesa y al cazador..bueno, ya se les ocurriria algun castigo feroz para aplicarle.
Poco a poco fueron ganando terreno, hasta que la pareja desconsolada, pidio auxilio a la Pacha Mama, para los ayudara a esconderse de sus perseguidores. Y asi, ante la mirada asombrada de los caciques y su séquito, la Madre Tierra abrió un pliegue de su manto y los refugio en su seno protector. Los caciques, sorprendidos por la desaparicion de su presa, se quedaron ahi aguardando, sin saber que hacer, hasta que, unos pocos dias despues, comprobaron que, en el lugar donde habia desaparecido la pareja, había brotado una extraña planta, en suya forma insolita, con un cuerpo cilindrico y cuatro brazos, interpretaron la fusion de ambos amantes, convertidos en un solo ser para toda la eternidad.
Y aun hoy, poco antes de que los negros nubarrones de tormenta se ciernan sobre los altos picachos andinos y de que los profundos y amenazadores truenos retumben por los valles y quebradas, la princesa enamorada, convertida para siempre en una blanca flor acunada sobre el pecho de su amado, abre sus petalos como ojos, para contemplar el atardecer y las cataratas de lluvia bienhechora que se vuelcan sobre las sedientas arenas de la Puna, mientras que en lo alto del cerro, la Pacha Mama, sonrie condescendiente, observando a los caciques, que tascan el freno de una furia impotente.
De Cuentos y leyendas Argentinos (Roberto Rosaspini Reynolds)
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